sábado, 6 de febrero de 2010

Aprendizaje de los Rosales


Por: Ma. Luisa Rodríguez

Hoy recordé de pronto algo que tiempo atrás hacía con mucho amor, cultivar rosales. Durante esa época aprendí mucho acerca de estas plantas, que nos proporcionan lindas flores. Está afición que en un momento se extendió a toda la familia, al tener que podar, fumigar y abonar entre otros menesteres las más de 400 plantas que llegamos a tener, me dio la oportunidad de grandes experiencias y enseñanzas que se traducen a la vida diaria. Uno de mis rosales favoritos era uno rojo intenso, daba unas enormes flores, una de las cuales formó parte del ramo de mi hija el día de su boda. Este rosal era muy particular, daba pocas rosas, pero eran una divinidad.  Adentrándome en sus secretos pude darme cuenta de que este rosal tenía una estrategia, para lograr estas manifestaciones de perfección en color y forma.

Cuando tres o cuatro botones empezaban a brotar desde sus largos y espinosos tallos se concentraba solo en uno de ellos y dejaba de mandar nutrientes al resto. Escogía aquel que presentaba mayores posibilidades y dedicaba su energía y vitalidad a este botón. Con detrimento del resto, no solo de botones, sino de toda la planta,  hasta prohibía la aparición de hojas nuevas, pues sentía que si lo hacía podía quitarle oportunidades al ya escogido prospecto.

Cuando los otros rosales con sus flores hermosas pero no tan bellas como la del rosal que nos ocupa, se daban cuenta que ya venía una nueva explosión de rojos intensos y hermosos aromas, empezaban a cuchichear y murmurar acerca del rosal. Las rosas son flores sensibles, envidiosas hasta de su propia imagen reflejada en un espejo.  Así que podemos imaginar la algarabía que tenían en la rosalera cuando por más esfuerzos no llegaban nunca a igualar en tamaño, color ni aroma a estas rosas rojo sangre. Sin embargo cada vez era mayor el esfuerzo por darlas, el rosal estaba desmejorado, las poquísimas hojas que quedaban, las agudas espinas que protegían los tallos, hablaban a la rosa y le pedían que les diera un poco de salvia, que no absorbiera todos los nutrientes que llegaban a través de sus raíces. La hermosa rosa respondía con altivez que ella era la importante en ese momento, que cómo tenían la osadía de pedir recursos para atender hojas y espinas. Los tallos empezaron a debilitarse, hasta aquel que sostenía la bella flor. Solo fue en este momento cuando empezó a sentir que su sostén se inclinaba que tomó conciencia de lo que hacía, se consideró única, que toda la energía de la planta era para ella.  Ese momento fue una crisis en su vida, y señaló la oportunidad para hacer un cambio. Puso atención a tallos, hojas, espinas y al permitir eso se dio cuenta que sus pétalos de los cuales se sentía orgullosa empezaron a desprenderse y a caer en esa tierra que le permitió crecer. Se sintió agradecida por haberse dado cuenta a tiempo de que concentrarse solo en ella podía ser fatal para todo su entorno. Cuando se desapega de su belleza cae y al fundirse con la tierra la alimentó y enriqueció permitiendo que el rosal revitalizado diera  nuevas flores, menos grandes, pero igual de rojas, olorosas y perfectas, se acabó la rosa excepcional.   


Tiene muchas ramas, está lleno de hojas, de prospectos, rosas en juventud y rosas trascendiendo. Este rosal ya no casusa envidias pero puede convivir en la rosalera sin causar comentarios. La naturaleza tiene muchas enseñanzas a nuestra disposición.                                          

1 comentario:

  1. es una afición nueva para mi, gracias por tu página tan inspiradora en estos momentos para mi y un saludo para el blog!

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